En mi hogar fui formado con valores cristianos que me inspiran profundamente. Y ante una difícil realidad, marcada por la desigualdad, la pobreza y el abandono, he comprendido una verdad superior en la que cada ser humano, reconocido como hijo de Dios, tiene el derecho divino e inalienable de vivir con dignidad.

La solidaridad debe ser el principio rector de toda acción humana y el camino certero para transformar este mundo de diferencias en el que a tantos se les han negado las oportunidades más elementales. La solidaridad como condición necesaria para la convivencia humana, derivada de la justicia, fundamentada en la igualdad y enriquecida por la empatía y la compasión tangible, cierta, activa y perseverante.

De la solidaridad y el amor por el prójimo nace la Fundación Social Santa María, nuestro mayor logro y orgullo. Somos una organización social no gubernamental que existe por las causas justas de los más vulnerables, desprotegidos y necesitados, con la plena convicción de que solo así será posible contribuir a la construcción de un país más humano y justo.

Buscamos la mejora continua y el desarrollo de una estructura empresarial sólida, basada en la calidad y la rigurosidad técnico-administrativa, fundamentada en la ética y la humanización del servicio, socialmente responsable y ambientalmente sostenible. Alentamos, también, la cooperación de otras organizaciones, empresas y personas que deseen aportar a nuestra labor o articular esfuerzos para fortalecer, desde su propio escenario, esta labor de formar un tejido social más justo, fraterno, tolerante y pacífico.

Mientras existan seres humanos desprotegidos, continuaremos trabajando incansablemente y desafiándonos cada día a favor de esta noble misión, confiando en que este proyecto permanezca, crezca, trascienda y sea siempre una marca de amor.

Que Dios nos bendiga y bendiga a beneficiarios y benefactores.