Los valores que predicamos en la FSSM están inspirados en nuestra concepción cristiana de la vida, ellos determinan la conducta y la vida misma; nos comprometen a crear un ambiente propicio para cultivarlos y vivirlos, los cuales nos brindan un derrotero hacia la excelencia humana.

1. ORIENTACIÓN AL SERVICIO
Nos esforzamos por conocer muy bien tanto a nuestros clientes como a nuestros usuarios, para servirles por el “mero gozo de servir”, sin esperar retribución. Servimos porque somos así, servimos porque queremos contribuir y dignificar la vida de los más necesitados, porque así es nuestro ADN y nuestra arquitectura mental. El servicio es nuestro sexto sentido.

2. RESPETO PROFUNDO
Valoramos la pluralidad y la diversidad del ser humano, por eso fundamentamos nuestras relaciones interpersonales e interinstitucionales en el profundo respeto y el buen trato, de forma equitativa y justa, sin exclusión alguna. Aceptamos con respeto lo distinto, lo diferente y lo que no es igual a nosotros. Comprendemos y aceptamos la condición inherente a las personas como seres humanos con derechos y deberes en un constante proceso de mejora espiritual y material.

3. INTEGRIDAD
Nuestro actuar decente, decoroso y probo es una señal inequívoca de nuestro proceder honesto y trasparente; servimos con libertad, no hay coacción ni servidumbre alguna, estamos movidos por principios éticos y coherentes que se deben reflejar en nuestro ser y quehacer cotidiano. Trabajamos con dedicación para cuidar integralmente a cada ser humano que llega a nuestra organización.

4. SOLIDARIDAD
Es uno de los principios básicos de la concepción humanista que profesamos. Actuamos siempre regidos por la cooperación y colaboración para lograr los objetivos propuestos por la entidad. La disposición a ayudar a otros es la consigna para obtener resultados sobresalientes, que inspiren a la sociedad y convoquen benefactores.

Nos inspira una pasión infinita por servir a los más necesitados de una manera organizada, eficiente y trasparente lo que nos motiva a trabajar sin descanso para suscitar, tanto la mirada agradecida de Dios, como la satisfacción de todos nuestros benefactores y donantes, quienes generosamente nos han confiado el manejo de su solidaridad.